Extraño como funciona el universo. Acomodándose lentamente con coincidencias tan pequeñas y raras que dan al final la forma panorámica de una situación en concreto de lo más maravillosa.
Estaba sudado, cansado y bajo los leves efectos de las drogas cuando me empecé a alejar del micrófono. Camine directamente hacia la multitud de personas que conformaban el público, sin mirar hacia atrás, sin mirar el escenario donde minutos antes había gritado "ya no sos igual".
Con esfuerzo me abrí paso entre el gentío, poco a poco avanzaba rodeandome de personas desconocidas y calándome los tímpanos con el bullicio que solo se encuentra en los toquines.
Pronto me vi en la necesidad de detenerme para sopesar hacia donde debía caminar. Mire en todas las direcciones disponibles para intentar escoger un camino en el cual me topara con la menor cantidad de gente posible.
Pasó algo para lo que no estaba preparado. Al mirar a mi izquierda la ví. Pareciera que todos abrieron paso para que pudiera contemplarla con todo su esplendor. Las luces de neón verde y azul brillando detrás de ella, dándole un psicodelico efecto de contraluz a su silueta. Su cara azulada se veía semi iluminada por una tenue luz blanquecina.
Era una escena sacada de alguna pintura renacentista donde retratan a los ángeles bañados en luz dorada pero, esta vez el ángel estaba bañado en luz neón. Porque así es ella. Desde cualquier ángulo siempre me pareció una pieza de arte.
Mi corazón se detuvo. La música dejó de sonar. Mi estómago desapareció cediendo su lugar a un agujero negro que creí iba a absorberme en cualquier momento. El tiempo dejo de fluir tan deprisa.
Me vió con esa mirada cómplice de saber que la estaba viendo cómo sólo yo puedo verla. Sé que no sintió tanto como yo. Fue una torpe distracción. No volverá a pasar.
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